miércoles, 24 de noviembre de 2010

La candidatura ibérica: una visión no patriotera

Por Halftown
El próximo 2 de diciembre España podrá empezar a salir del barro. Porque para políticos, medios de comunicación, empresarios y otras hierbas, lograr que la FIFA otorgue a España la organización de una Copa del Mundo es el equivalente a pasar de la crisis a los fuegos artificiales. Quizá por eso la Federación Española de fútbol se ha encargado de lanzar una campaña de propaganda para enardecer a las masas futboleras.

Olvidada queda cualquier rencilla con el portugués. Ni el Río de la Plata, ni la Guerra de las Naranjas, ni nada que transpire mal rollo. Borrada queda de la existencia aquella batalla por la Euro 2004, que acabó con Portugal de vencedor en base a –UEFA dixit- la superioridad de sus instalaciones turísticas. Los portugueses pasan, por real decreto, a ser ese pueblo hermano que nos ha cedido tradicionalmente lo mejor de su balompié para uso y disfrute de nuestra liga, desde Futre a CR7.

Según la propaganda oficial, la candidatura ibérica es la que mejor parada sale del informe presentado por la FIFA la pasada semana. Incluso hace algunos días salió una noticia que aseguraba que Villar ya sabía el resultado de la votación. Nunca es demasiado pronto para poner a enfriar el Freixenet y el vinho verde.

El Mundial y los mundos de Yupi

Pero en lugar de continuar por el camino del onanismo, salgamos de los mundos de Yupi y vayamos al tema, al documento que la FIFA tiene colgado en su página web. Para empezar, hay nueve candidaturas y once países en liza, pero no todos son candidatos a cualquiera de las dos ediciones. Inglaterra, Holanda y Bélgica y Rusia aspiran al del 2018. Australia, Holanda y Bélgica, Japón, Corea, Qatar y Estados Unidos aspiran al de 2022. Y España y Portugal se han apuntado a los dos.

Empecemos por el de 2018.

- Inglaterra: los ingleses han planteado construir cinco estadios, en los que van a invertir 2.500 millones de dólares. Tienen un pequeño problema –la Copa del Mundo de rugby en 2015- y un gran problema –los JJ. OO. en 2012-. Eso sí, desde que Brasil se llevó Mundial y Juegos en un pack, todo es posible.
- Holanda y Bélgica: después de haber organizado juntas la Euro 2000, se lanzan a la aventura mundialista. Plantean construir siete estadios, pero tienen un problema de tamaño: no han presentado suficientes hoteles, y sus propuestas no cuentan con el apoyo legal de sus respectivos gobiernos.
- Rusia plantea invertir casi 4.000 millones de dólares en construir 13 nuevos estadios, todos al oeste de los Urales. En su contra juegan a) el tamaño del país, algo que no encanta a la FIFA y b) su inexperiencia organizando eventos de este tipo, después de los treinta años transcurridos desde los JJ. OO. de Moscú. A su favor corre la geopolítica –esa Europa dependiente del gas ruso-, y su situación física, a caballo entre dos continentes, que asegura que las audiencias europeas y asiáticas no verán los goles por YouTube la mañana siguiente.

Sin poder nunca descartar a los ingleses –que le pregunten a Madrid y París qué pasa cuando se les subestima-, en este caso el principal rival parecen los rusos. Un país donde el acceso a Internet ha crecido un 1.800% en la última década. Con empresas de energía que controlan media Europa, incluidos clubes como el Chelsea o el Schalke 04. Y con un fútbol cada vez más competitivo, manejado por magnates que juegan al PCFútbol en la vida real.

El paisaje, en cambio, es muy distinto en 2022, con una mayoría de países no-europeos con hambre de fútbol.

- Australia: según el informe de la FIFA, en su contra juega la distancia entre sedes, el poco cariño que han puesto a la hora de negociar hoteles y el hecho de que un Mundial en las antípodas condenaría a los espectadores europeos y latinoamericanos a pasar un mes durmiendo durante el día. En cambio, a su favor juega el que jamás se ha organizado un torneo FIFA en Oceanía. No es que tenga un gran interés comercial de por sí, pero sus vecinos asiáticos sí que son fundamentales en los planes de futuro de Blatter y compañía.
- Japón plantea un Mundial 2.0, con una nueva experiencia futbolística basada en las nuevas tecnologías. En cualquier otro país eso sonaría a paja mental de algún marketiniano, pero de los creadores de la Play Station y el Casiotone uno se lo cree todo. La FIFA cita en su informe problemas logísticos, de seguridad y legales. Tampoco parece probable que Japón vaya a repetir experiencia sólo dos décadas después del Mundial 2002.
- Corea del Sur tiene el mismo problema que Japón, o peor: españoles e italianos todavía nos acordamos de la mano de la Hyundai en la selección de árbitros de 2002. Lo bueno que tienen es que su Mundial sería el más barato, ya que sólo necesitan construir un estadio nuevo.
- En Qatar la temperatura media en junio y julio es de 43º. Por eso es que plantean la construcción de nueve estadios climatizados, en los que planean invertir 3.000 millones de (petro)dólares. Han fichado, además, a Guardiola y a Zidane como reclamos publicitarios. La FIFA también parece preocupada por el tema logístico, en un país donde los doce estadios mundialistas estarían concentrados en un radio de 30 kilómetros. A su favor corre el músculo económico de la región –si para 2022 los pozos petrolíferos no se han secado- y el interés de llevar el Mundial al mundo árabe por primera vez… sin poner en peligro las audiencias televisivas europeas.
- Estados Unidos se tira el farol al asegurar que ningún estadio tendrá que ser construido ni remodelado antes de 2022. La FIFA reconoce en su informe que los EE. UU. son el principal mercado mundial de patrocinadores deportivos, y que existe un claro interés en el desarrollo del soccer. Aunque de momento la administración Obama no se ha mojado oficialmente en esta iniciativa, el mismo informe de la FIFA afirma que existe un compromiso a partir de 2013.

Aquí la competición parece más abierta, con tanto interés geopolítico en juego como en una partida de Risk. Además, siendo el de 2018 un Mundial europeo, parece improbable que Blatter –el mismo que se obsesionó con llevar la Copa a África- vaya a echar el ancla en el viejo continente durante dos ediciones seguidas.

¿Qué dice la FIFA sobre la candidatura de España y Portugal? Como nos recuerdan nuestros patrioteros medios de comunicación, se reconoce la importancia futbolística de ambos países –ya nos contarán qué ha hecho Portugal como selección desde que Eusebio colgó las botas-, se valora también la experiencia organizativa en el pasado, y el hecho de estar en Europa facilita el tema de cara a la tele. Pero hasta ahí. Porque la FIFA también dice que se han presentado la mitad (42) de los instalaciones de entrenamiento necesarias (84), que el 40% de las habitaciones de hotel están localizadas en Madrid y Barcelona, que la infraestructura de transporte en las ciudades “requiere atención” (que cada uno lo interprete a su manera), que la infraestructura de tecnologías de la información es regulera, y que algunos detalles como el alojamiento y el transporte no están suficientemente bien explicados en el documento presentado por la candidatura ibérica.

En resumidas cuentas, que más vale no vender la piel del oso antes de cazarlo. Al fin y al cabo, furgol es furgol. O no.